El Síndrome del Nivel Avanzado

El Síndrome del Nivel Avanzado es una de las enfermedades más peligrosas que le puede llegar a dar y su principal síntoma es creerse experto en algo que apenas se domina.

Tengo 20 años en este negocio y soy un experto – me dijo el sujeto mostrándome las paredes de su oficina forradas de certificados de tiro y defensa personal, entre muchos otros.

Muy impresionante – le digo mientras me acerco a uno de ellos y lo señalo con el dedo- ¿Cuánto tiempo le dedica a practicar lo que aprendió en este curso?

Bueno – me dice mientras se rasca la cabeza –, ese lo hice hace 10 años y no he tenido tiempo de practicarlo.

¿Y este de aquí? – le pregunto mientras señalo otro certificado al azar.

¿Tú crees que yo tengo tiempo para esas cosas? Mi trabajo no me permite entrenar.

Ya entiendo, usted es un experto en coleccionar certificados.

A nadie le gusta ser un novato en algo, ser tratado como un “nuevo” o como alguien sin experiencia ante el cual no vale la pena intercambiar información. Nada más balsámico para el ego que sentirnos como expertos en algo, sobre todo si ese algo tiene que ver con destrezas combativas.

Generalmente, el Síndrome del Nivel Avanzado lo comienza a padecer la persona cuando ya ha dado sus primeros pasos en entrenamientos formales o ya tiene algún tiempo dedicada al tema. Como toda enfermedad producida por un ego susceptible, este síndrome nos hace creer que como ya tenemos cierto conocimiento, inmediatamente somos un operador avanzado.

Si la medida del nivel en el que estamos (Básico, Medio o Avanzado) se basa en la cantidad de certificados, en los años que tenemos portando un arma o en la cantidad de veces que hemos comenzado a entrenar para luego abandonar, entonces el 90% de las personas ya son expertas, o por lo menos creen serlo.

Lo realmente peligroso de este síndrome es la falsa sensación de seguridad y nivel técnico que hace a la persona displicente con su entrenamiento. Cuando esta falsa sensación se estrella contra la realidad, se descubre por las malas que llegar a dominar una destreza combativa es mucho más que haberle dedicado unas horas en un curso.

Saber algo no significa dominarlo

Una vieja historia cuenta que en un país de ciegos se reunió un grupo de sabios para conocer a un elefante, espécimen hasta entonces desconocido por ellos. Al no poder ver, cada uno de los miembros de la comisión toco con sus manos sólo una parte del cuerpo del animal: trompa, orejas, cola, colmillos… Luego se reunieron para tratar de describirlo.

El que sólo toco la trompa lo describió como una serpiente, el de las orejas como un animal con alas, el de la cola como un pequeño simio, el de los colmillos como un toro y así paulatinamente. Y Como todos eran sabios, todos dijeron que su descripción era la mejor que había.

Confundidos, los moradores del pueblo no sabían a quién creerle, así que optaron por lo más sensato: si alguien quería tener una descripción lo más exacta posible de cómo es el animal, debía escuchar a cada uno de los sabios y luego tratar de hacerse una idea de cómo luce un elefante por su propia cuenta.

Esta anécdota me la contó un instructor hace muchos años atrás y desde entonces ha sido una de mis guías en el entrenamiento: no idolatrar a ningún gurú, no dar nada por sentado y buscar la mayor cantidad y variedad de información posible, ya que nadie es dueño de la verdad absoluta. Cada quien debe reunir sus “pedazos de elefante” y armarlos a conveniencia.

Entrar en contacto con la mayor cantidad de información consiste en reunir piezas del rompecabezas y es el primer paso en materia de entrenamientos defensivos: Saber Algo. Pero el cúmulo de certificados sólo dice que te hiciste de información, no que la dominas

¿Qué significa esto?

Existe algo llamado los Niveles de Competencia, que se refieren al grado de destreza que una persona pueda tener sobre una materia específica. Los tres primeros niveles son:

 Nivel de incompetencia inconsciente:   este nivel se tiene cuando la persona no tiene la más mínima idea de lo que necesita saber para dominar algo. Pongamos el ejemplo de un sujeto que se compra un arma de fuego y lo único que ha visto son películas. Lo único que sabe es que si jala el gatillo el arma dispara, pero más allá de eso no sabe más. Es decir, no es consciente de la cantidad de cosas que necesita saber.

Nivel de incompetencia consciente: a este nivel se llega cuando nuestro amigo entra en contacto con tiradores con más experiencia, quienes le dicen que hay un cúmulo de cosas que necesita saber: medidas de seguridad, aspectos legales, aspectos mecánicos y balísticos, nociones de tiro, aplicaciones avanzadas, entrenamientos tácticos… Y nuestro tirador novato descubre que hay un montón de información que no sabía que existía sobre la materia. Acaba de descubrir lo que necesita saber y llegó al nivel de sólo sé que no sé nada.

Nivel de competencia consciente: Preocupado por todo lo que necesita aprender nuestro amigo se inscribe en cursos de tiro. Allí descubre cómo se desenfunda, que debe tener cuidado con su dedo índice, cómo controlar la cola del disparador, apuntar, recargar, etc. Durante el tiempo que dura el entrenamiento aprende los cómo de estas cosas.

La mayoría de los entrenamientos cortos de 1 a 5 días llevan a la persona a nivel de competencia consciente. Se le explican los cómo con la idea de que la persona los aprenda y luego los desarrolle por su cuenta. Por lo general estos primeros entrenamientos llevan definiciones como “Curso Básico” o para “Principiantes”.

La mayoría de las personas serias cubren esta etapa. El problema es cómo abordan las que siguen y se vacunan contra el Síndrome del Nivel Avanzado, porque es aquí cuando aparece…

¡Ya soy avanzado!

Al fin nuestro tirador completó su curso Nivel 1, Básico o Principiante, como quiera llamarlo. A partir de entonces comienza a buscar qué otra cosa hacer y se topa con el curso “Nivel Medio”.

El curso Nivel Medio también es corto, probablemente retome algo del Básico o añade una que otra variante, por ejemplo disparar con una mano, cubrirse, moverse, etc. Luego de un día de trabajo nuestro amigo completó su entrenamiento. Ahora es un tirador de Nivel Medio, por lo menos eso dice su certificado.

Sigue en la búsqueda y se consigue con… ¡Curso de Nivel Avanzado! Así que corre a inscribirse. Aquí hará cosas “bajo presión” – término que le encanta a los instructores – técnicas más “complejas” no apta para cardiacos y más “tácticas” – léase floridas y a veces inútiles-. Al final del día tiene su flamante certificado de Tirador Avanzado.

Aunque parezca una locura, esto se ve mucho en entrenamientos “avanzados”.

Así pues, nuestro amigo, que hace sólo unos meses atrás sólo sabía que no sabía nada de pronto es tirador avanzado.  A estas alturas ya es capar de debatir con toda autoridad y pasión que un elefante es más bien como un ornitorrinco, no como una culebra… La culpa del contagio no la tiene el enfermo sino el doctor – instructor – que le vendió la fantasía de los Niveles Básico, Medio y Avanzado.

A veces la enfermedad no se contagia por los entrenamientos adquiridos, sino a fuerza de costumbre. Por ejemplo: supongamos que nuestro amigo sólo completo el primer nivel de entrenamiento, pero lleva años portando su arma, así que cree que el nivel de experticia es directamente proporcional al tiempo que pasa el arma en su funda.

En ambos casos el contagio llegó por la misma vía: al completar las primeras fases del entrenamiento y aprender los cómo, erróneamente cree quesignifica dominarlos. Nada más lejos de la verdad.

 El cuarto nivel de competencia, el que de verdad vale

El cuarto nivel de competencia es el que se llama Competencia Inconsciente. Aquí la persona es capaz de ejecutar un movimiento de forma perfecta, rápida y fluida sin la necesidad de mantener consciencia de cada una de sus fases, es decir, hace el movimiento de forma correcta y de manera automática. Esto es lo que significa ser Avanzado en algo.

 A niveles de Competencia Inconsciente no se llega mediante cursos o años, sino mediante de práctica y repetición constante. Para entenderlo es bueno saber cómo funciona nuestro cerebro.

Para que nuestra computadora instale un movimiento, este debe ser hecho de forma correcta una gran cantidad de veces hasta que se cree la conexión neuronal que lo activa. En las primeras fases – Competencia Consciente – la persona aprende a hacer el movimiento, pero es a fuerza de repeticiones que logrará crear la conexión necesaria para ejecutarlo.

Aquí hay dos aspectos importantes, el primero es que el movimiento debe ser hecho de la forma más correcta y consciente posible, a fin de que se instale la secuencia de forma adecuada. Si la persona trata de hacerlo rápido sin aún dominarlo – otro síntoma clásico del Síndrome, en donde el principiante quiere demostrar que es “avanzado” – lo más probable es que deforme el movimiento y lo instale mal.

Cuando hay errores en un movimiento y este se repite varias veces lo que se hace es “entrenar el error”, que al final lleva a tener un cúmulo de malos hábitos que se instalaron en el tiempo y que son tremendamente difíciles de corregir, porque se hacen de forma inconsciente.

Lo segundo es la cantidad de repeticiones. Los entrenadores de atletas de alta competencia coinciden en que para que un movimiento sea realizado a nivel de destreza inconsciente, deben haberse hecho alrededor de 3000 repeticiones perfectas.

Supongamos que una persona toma clases de defensa personal y le enseñan a lanzar una patada. Llegar a dominar la patada requiere dos fases: aprender cómo hacerla y luego lanzarla 3000 veces para dominarla a nivel avanzado. Obviamente, mientras más compleja sea la patada, más repeticiones tomará.

Pregúntate cuál patada dolerá más: la del tipo que hizo tres cursos  de un día – Básico, Medio y Avanzado – o la del otro que se lanzó 3000 repeticiones.

Primera cura del Síndrome: entender qué es eso de los niveles básico al avanzado

 “¿Podría usted diseñarnos un nivel 2 de su curso? Algo más avanzado”, Me preguntó el jefe de seguridad. “Claro que sí”, le contesté. “¿Y en qué consistiría?”. “En hacer lo del nivel 1 más rápido y fluido”, le contesté…

El proceso de curación del Síndrome comienza por entender cómo se clasifican los niveles de competencia y el nivel de desempeño personal. En términos genéricos puede ser algo así:

Nivel de Incompetencia Consciente: Novato (alguien que está aprendiendo los cómo).

Nivel de Competencia Consciente: Principiante (alguien que sabe los cómo pero aún no los domina, necesita prestar atención a lo que hace).

Nivel de Competencia Inconsciente: Intermedio (la persona puede hacer el movimiento de manera fluida y eficaz) y Avanzado (la persona es capaz de hacer el movimiento de forma fluida, eficaz y rápido).

En el mejor de los casos, un curso corto te dejará a nivel de competencia consciente, que en términos prácticos es lo mismo que nivel Principiante, por más “Avanzado” que diga el certificado, ya que llegar a niveles Intermedio y Avanzado implica dedicar tiempo a entrenar regularmente y hacer que cada una de esas 3000 repeticiones valga.

Segunda cura: Conocer el nivel que se requiere para el entrenamiento

Antes de tomar un curso lo primero que se debe hacer es un acto de sensatez y preguntarse si realmente se tiene el nivel (técnico, físico, etc.) que se necesita para tomarlo, más abajo describiremos cómo saber el nivel. Hay cursos de “Materia Avanzada” que no significa que te dejaran en Nivel Avanzado, sino que necesitas dominar ciertos aspectos previos para poder tomarlo.

Cuando se llega a un entrenamiento sin tener el nivel para tomarlo se pierde el tiempo, se atenta contra la seguridad de la actividad – incluyendo la propia – y se retrasa al grupo, ya que avanzará al ritmo del más lento de sus participantes. Por favor, no seas el típico “desubicado”. Si no sabes qué nivel se requiere para tomar a un curso, llama al instructor y pregúntale.

Tercera Cura: Entender el ritmo de aprendizaje de los Cómo

Cuando se está aprendiendo una destreza nueva es imposible hacerla rápido sin que salga mal. En las primeras fases de la práctica la preocupación debe ser aprender bien la secuencia y la única manera de hacerlo es con repeticiones lentas. Una vez que se tiene agarrado el cómo, debes buscar fluidez: hacerlo de forma suave y continua, no rápida.

Hacer las cosas a rápido es un entrenamiento especializado en velocidad, que se hace posteriormente cuando ya se dominan las bases en donde lo primero que se establece es qué tan rápido se puede hacer el movimiento y a partir de allí comenzar a trabajar.

Cuarta cura: Comprender qué buscar

Cuando accedes a información nueva estás buscando “piezas del elefante”, esto implica saber qué pieza del rompecabezas te hacen falta y cómo recibirla.

Uno de los primeros errores que se cometen es tomar un entrenamiento por moda, ranking del instructor o por el título del curso sin importar si nos es útil. Por ejemplo, una de las curiosidades en la Escuela es como nos llegan civiles preguntando por entrenamientos tipo SWAT, a pesar de que jamás tendrán en sus manos una MP5 o pertenecerán a un grupo de intervenciones. Hacer este curso puede ser muy divertido, pero bastante inútil.

Lo otro es saber recibir la información. Durante esta etapa de búsqueda de piezas lo mejor que puedes hacer es llegar con mente abierta para recibir información que quizás no sea compatible con otras cosas que hayas visto.

En esta línea, otro de los síntomas comunes del Síndrome de Nivel Avanzado es hacer las cosas como siempre se hacen a pesar de que el entrenamiento plantee otras. En los cursos, siempre hay alguien que cuando se le señala que no hace el movimiento como se sugiere dice “yo lo hago así”. Esto indica una persona que vino a perder el tiempo y que está pagando para demostrarles a otros que sabe mucho, a pesar de que probablemente a los otros no les importe en absoluto.

Una cosa es debatir y ver las cosas con ojo crítico a fin de entender lo que se plantea y otra es hacer lo de siempre por simple ego. Si la persona vino a un curso a aprender material nuevo debería tratar de aprender lo que se le sugiere, en vez de hacer lo que siempre hace. Al final de cuentas la idea es llevarse información nueva. Si consideras que lo que se está enseñando es un disparate, mi consejo es que te alejes del entrenamiento, ya que es una pérdida de tiempo.

Quinta cura: comprender qué desarrollar

Una vez terminado el entrenamiento y aprendido los cómo que se ofrecieron, llega el momento de filtrar el material y decidir si se incorpora o no a nuestra caja de herramientas. No necesariamente lo que se aprendió nos funciona o se ajusta al elefante que queremos dibujar. Quizás sólo un aspecto del curso fue útil y sea lo que se quede.

Ahora bien, otro síntoma del Síndrome es creer que esa caja de herramientas debe estar llena de técnicas y conceptos a pesar de que sean contradictorios entre si, como una especie de enciclopedia rimbombante. Recuerda: eres bueno por lo que dominas, no por lo que sabes.

La caja de herramientas significa que todo lo que lleve allí debe ser coherente, consistente con el elefante que quieres dibujar. Además, deberás dominarlo, lo que implica tiempo, esfuerzo y dinero. Cada cosa nueva que metas entrará en ese proceso de 3000 repeticiones, así que se selectivo con lo que incorpores.

Sexta cura: saber desarrollarlo

 “Mientras lees esto hay alguien que está entrenando” La frase está pegada en mi oficina como recordatorio de que siempre hay alguien más grande, más fuerte y mejor preparado, así que debería estar entrenando, estudiando o trabajando para igualar las cosas.

Ser “mejor” significa fijarse un estándar y una meta a la que se quiere llegar. Lo primero a entender es que no se trata de ser mejor que alguien, sino hacerlo mejor que la última vez, esto significa decidir cuál postura asumir respecto al entrenamiento.

En el medio defensivo hay dos tipos de personas; las que entrenan por hobby y las que entrenan por compromiso. Un ejemplo claro de estos son los tiradores. Están las personas con cierto grado de fanatismo por las armas, coleccionistas, compradoras de accesorios, consumidoras de revistas y realmente entusiastas de ellas. Disfrutan el acto de dispararlas y para ellas ir al polígono es un disfrute. Es lo que en la Escuela decimos un tirador de fin de semana, para el que las armas son un hobby.

En este sector se encuentran muchos tiradores que generalmente van a disparar para pasar un rato agradable sin ningún plan predeterminado. Nada malo con eso.

Del otro lado hay personas que también disfrutan las armas en mayor o menor medida, pero ir al polígono no es un acto de disfrute puro sino también de trabajo. Estas son las personas que buscan “hacerlo mejor” que la última vez y generalmente siguen un plan de trabajo sostenido en el tiempo que involucra no sólo ir a quemar munición, sino prácticas de Tiro en Seco, preparación física y cualquier área que consideren los ayude a mejorar en su desempeño. Aquí se encuentran desde los competidores serios hasta los tiradores defensivos preocupados realmente por su seguridad.

Lo que distingue a unos de otros es la presencia de un plan de entrenamiento con metas claras y actividades que se cumplen regular y disciplinadamente. Estos son los sujetos que no están obsesionados con definirse como Avanzados, sino avanzar más desde la última vez.

Curiosamente, la mayoría de los pacientes del Síndrome del Nivel Avanzado está del lado de los tiradores de fin de semana…

No se puede llegar a tener nivel avanzado en algo sin dos cosas: un plan de trabajo y práctica constante y de calidad.

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