Nos dice el experto en seguridad: “Mantenga la calma”, “No ofrezca resistencia”, “La vida es lo que vale”… Hay tantos clichés como especialistas. El problema es que muchos de esos lugares comunes realmente no le resolverán el problema.
Emails que se reenvían, tweets, datos de última hora sobre modus operandi, noticias de sucesos… El bombardeo es diario, todos quieren saber qué hacer si les sucede, cuál es el dato para sobrevivir. Y siempre hay alguien dispuesto a proporcionárselo.
Lo juro por tu vida
Pero ¿Funciona el dato? ¿El consejo que nos dan es el adecuado? ¿Cómo saberlo ante semejante avalancha de información experta? La mayoría de los consejos apelan a un sentido común, a una lista de clichés ante la que la mayoría de las personas asienten desprevenidas. Al final de cuentas, ningún experto en seguridad quiere decir cosas que no desean escucharse, sobre todo si son verdades incómodas.
¿Pero funcionará? “Lo juro por tu vida”, parecen decir muchos de los “aconsejadores”. Total, “la vida es lo que más vale”, “es mejor prevenir” y “no ofrecer resistencia”. Consejos comunes que todos dan por ciertos. Pero nosotros los tomamos con un grano de sal… Y le invitamos a hacer lo mismo porque al final es su vida la que estará en la línea, no la del experto.
Primer grano de sal: La seguridad personal no es un terreno de absolutos
Con frecuencia dictamos charlas sobre prevención de delitos en empresas. Alrededor de 1500 personas al año intercambian con nosotros en estas dinámicas y, como es obvio, la mayoría hacen las mismas preguntas.
La mayoría de las preguntas comienzan con la frase “Qué hacer en caso de…”, donde los puntos suspensivos tienden a ser las situaciones más comunes que se viven frente al hampa común.
Gran parte de las personas esperan respuestas en términos absolutos, cosas como “siempre haga esto o aquello”. Esperando que ese consejo sea una especia de fórmula mágica que lo resolverá todo.
El problema es que nunca damos respuestas en términos absolutos, porque la calle no funciona así.
Elija cualquier experto en seguridad que cumpla con el estereotipo – apariencia de ejecutivo que se pasa todo el día en una oficina – . Pídale el mejor consejo, algo que a su juicio experto siempre de resultado.
Inevitablemente le soltará una retahíla de lugares comunes como: “lo mejor es prevenir”, “mantenga la calma”, “no ofrezca resistencia”, “la vida es lo que vale”. Frases que le dirá con total seriedad y convicción, como si las acabara de descubrir.
Ahora hágale la misma pregunta a algún policía veterano, un escolta que de verdad haya visto al lobo a los ojos, a algún ciudadano que haya pateado calle o a alguien que de verdad se dedique a estudiar estas cosas. La mayoría no va a querer contestarle nada.
Usted es libre de elegir a quién escuchar: al que cree que la calle se resuelve con fórmulas mágicas y prefiere manejarse dentro de la zona cómoda del lugar común, o aquél que quizás le diga cosas que no le guste escuchar, pero que salen de la experiencia.
En la calle 1+1 no siempre da 2
Las situaciones violentas son cambiantes porque dependen de demasiadas variables. Su habilidad para lidiar con ellas, bien sea previniéndolas o enfrentándolas, va a depender de que entienda cómo interactúan esas variables y sepa reaccionar en consecuencia.
Su reacción – no resistir, escapar, defenderse, etc. – debe adaptarse a la situación, no pretenda que la situación se adapte al “Dato Mágico” que le dio el experto en seguridad.
Así, dentro de las cosas desagradables y feas que no le dice el experto en seguridad está esta: no existe ninguna garantía de que lo que hizo hoy le funcione mañana.
Segundo grano de sal: la vida no es un tip
Si ya ha ido a una típica charla de seguridad seguro conoce el temario, una lista interminable y aburrida de tips preventivos sobre cómo manejar la mayoría de los momentos de su vida:
- Al caminar por la calle
- Manejando
- En el hogar
- Durante una visita el banco
- En la playa
- En el baño
- Etc.
Cada aspecto de la vida es regulado por lo que llamamos el dato mágico, cosas que debe hacer y cosas que ni se le ocurra siquiera intentar si no quiere que le caigan las siete plagas.
Por ejemplo, SIEMPRE saque dinero de un telecajero dentro de un centro comercial. NUNCA de uno en plena calle ni de noche. Hasta que se le enferma su hijo a media noche, debe ir a la farmacia, no hay línea con el banco y debe recorrer la ciudad buscando el dichoso cajero.
TODO EL TIEMPO circule por zonas seguras, JAMÁS vaya a sitios ni horas peligrosas. Actualmente ¿es capaz de mencionar algún sitio en la ciudad que no sea peligroso? ¿Acaso las horas pico no son las que presentan mayor incidencia delictiva? ¿Qué hacer entonces, no salir de la casa?
El problema con el dato mágico es que muchas veces es contradictorio, no se adapta a su realidad ni le está diciendo cómo proceder para evitar y lidiar con situaciones peligrosas, porque sencillamente no se adaptan a su rutina ni perfil de riesgo.
Los tips de seguridad son una información genérica, sólo referencial, como aspirinas que alivian el síntoma pero no curan esa enfermedad que es ser una víctima crónica.
Si a usted le pasan cosas malas en la calle no se debe a que no siguió el dato mágico del experto en seguridad, sino a que no está entendiendo qué lo expone y cómo manejarlo.
Tercer grano de sal: no siempre podrá evitarlo
“Lo mejor es prevenir”, dice el experto en seguridad. No vamos a insultar su inteligencia explicándole la importancia de desarrollar hábitos preventivos. Es obvio que debe evitar situaciones de riesgo en la calle, minimizar su exposición le garantiza llegar a casa vivo y no necesita a un experto para que se lo haga entender.
Pero también es bueno entender la otra cara de la moneda: no siempre se puede evitar y tiene que aprender a vivir con esa idea. La mayoría de las veces que decimos esto en las charlas las personas arrugan la cara. Es difícil asimilarlo.
Cuando esa cara aparece siempre pedimos que levanten la mano los que tienen una póliza de seguros. Enseguida preguntamos la razón de tenerla y siempre dicen cosas como “es mejor estar preparados en caso de enfermedad o accidente”.
Eso siempre me ha llamado la atención. A muchas personas les cuesta asimilar que puedan tropezarse con violencia en la calle, pero pueden lidiar tranquilamente con la idea de llegar a sufrir una enfermedad terminal o acabar destrozados en un accidente vial.
Es para ponerse a pensar: muchas personas no tienen problemas en aceptar que por más que se lleva una vida sana o se maneje a la defensiva, en algún momento algo malo puede pasar. Sin embargo, cuando se habla de cruzarse con violencia extrema en la calle, la mayoría prefiere evadir el tema acobijándose en “lo mejor es prevenir”.
La probabilidad incómoda
Muchas veces, dentro de la dinámica que hacemos con las empresas preguntamos a los asistentes cuál es el plan en caso de ser heridos por un arma de fuego. Como es obvio la mayoría no tiene ningún plan ya que ni siquiera había considerado que tal cosa podría llegarles a suceder. Aquí, eso de “lo mejor es evitar” se queda corto.
Es un flaco favor el que le hace un experto en seguridad cuando le dice cosas como “100% prevención”, pero no le explica qué hacer si las cosas salen mal. Así pues, dentro de las cosas desagradables y feas que no le dice está esta: no siempre podrá evitarlo y es mejor que tenga un plan para cuando pase.
Cuarto grano de sal: Quieto no siempre es quieto
En las charlas le pedimos a la audiencia que nos de algunos consejos de seguridad sobre qué hacer si somos atracados y siempre aparece de primero aquel de “No ofrezca resistencia”.
Cuando dicen eso hacemos la siguiente pregunta, que es otra de las cosas feas y desagradables que no pregunta el experto en seguridad:
“Y si ese delincuente decide matarlo o herir fatalmente al familiar que lo acompaña ¿Se va a quedar quieto?”. La mayoría enseguida salta diciendo que no, que en ese caso se defenderían.
Cuando dicen eso hacemos la otra pregunta fea y desagradable que no hacen los expertos: ¿Y cuál es el plan? El problema es que si sólo se ha quedado en la idea de “no resistir”, probablemente no tenga un plan defensivo y deba improvisar, es decir, confiar en tener buena suerte y que ese día los dioses lo quieran un poquito más. El problema es que la Fe no es una estrategia.
Decidir resistir o no resistir no es algo que pueda imponerle ningún experto. No solo es ofensivo sino que menosprecia su vida y aquello que es valioso para usted ¿Seguiría ese consejo de no resistir si van a matar a su hijo?
Resistir o no resistir es una decisión estrictamente personal que parte de una profunda revisión sobre dos puntos: qué estamos dispuestos a permitir y a no permitir en la calle y qué es aquello que somos capaces de defender aún a expensas de nuestra vida.
En todo caso, cuando tome la decisión debe tener claras las consecuencias tanto de intentar frustrar el hecho como de dejarse hacer, es decir, de ambas caras de la moneda.
La primera cara de la moneda, desagradable y fea, que no le dicen los expertos es esta: al no resistir está confiando en la buena voluntad y el respeto a la vida de un sociópata para que no lo mate.
La segunda cara de la moneda, desagradable y fea, que no le dicen es esta: si a usted lo elige un delincuente es porque entre otras cosas es vulnerable, es decir, con capacidad limitada de defenderse o escaparse. Esto significa que al resistir entrará en un enfrentamiento en condiciones de desventaja, donde hay probabilidades de que muera o salga herido.
¿Cuál cara de la moneda elige? Es decisión suya, no lo que decida un experto por usted.
El salero entero: esto va a más velocidad de lo que lo estamos asimilando
Hace cincuenta años la mayoría podía conformarse con seguir tres o cuatro pautas de seguridad para llevar el día. Actualmente no es así, los fenómenos de delincuencia en toda la región, están demostrando ser cada vez mayores y más violentos.
Atracos donde muere el atracado, secuestros exprés donde hay violaciones, sicariatos, lucha entre carteles, megabandas paramilitarizadas, auge de peleas en la calle e incluso la importación de fenómenos supraregionales como los active shooters, comienzan a alertarnos de una sociedad rota por cuya hendidura se destila violencia extrema.
Esto no es un asunto de seguir tips, rogar por un cambio de autoridades y esperar que las cosas se resuelvan solas. Es un tema de asumir compromisos personales y modificar la idea que tenemos del manejo de nuestra seguridad.
La esfera personal
En la pequeña esfera personal, esas cosas que hacemos día a día, debemos comenzar a aceptar la idea del CUANDO, es decir, asimilar que en algún momento nos pasará – otra de las cosas desagradables y feas que no le dicen los expertos-.
Aceptar el concepto del CUANDO implica entender dos cosas: no se puede separar lo preventivo de lo reactivo. Al igual que debo aprender a desarrollar hábitos que minimicen mi exposición, debo tener planes en caso de que las cosas malas sucedan y, con esos planes, tener la preparación mental, material y técnica para llevarlos a cabo. Hay vidas que dependen de ello.
No vamos a caer en el extremo de hablar sólo de defenderse. Pensemos en cosas más sencillas como tomarse el día para ir a un curso de primeros auxilios y tener un botiquín en el carro. Imagine por un momento que lo atracan y su pareja o hijo pequeño es tiroteado. Cuenta con sólo segundos para atender esa hemorragia y algunos minutos para llegar a una clínica.
¿Actualmente tiene un plan para algo así? ¿Sabe cómo proceder? Bienvenido al Concepto del CUANDO.
La esfera familiar
En la esfera mediana, la familiar, es importante entender el Concepto de la Manada. Toda manada es eficaz ante la crisis cuando el grupo cumple con varias cosas: códigos de conducta compartidos, cada quien sabe cuál es su rol y qué debe hacer en situación de riesgo.
¿Hay en su familia víctimas crónicas? De haberlo, tarde o temprano arrastrará la manada a una crisis. ¿Sabe su familia cómo reaccionar ante una emergencia? ¿Hay planes para ello? Si usted es el Alfa de esa manada ¿Está en capacidad de proteger a su grupo?
Bienvenido al Concepto de la Manada, todo el grupo trabajando para asegurar su supervivencia.
La esfera comunitaria
La esfera amplia, la comunidad, implica entender que lo que hace seguros a los entornos son las personas.
En la medida en que no pasemos de la queja a la acción y nos organicemos entre vecinos, colectivos y sociedades civiles en iniciativas por la seguridad, dejemos de pensar que casa segura es poner candados y olvidarnos que lo que afecta a la comunidad me afecta a mí y no exijamos a las policías, autoridades e instituciones ese acuerdo de trabajo mutuo para mejorar las condiciones de seguridad del sector donde vivimos, seguiremos viviendo entre rejas y alarmas, asustados de noche e impotentes ante los sociópatas que se adueñan de un espacio que debería ser nuestro.
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