Nunca confíes en la suerte, porque la suerte es el pretexto de los fracasados
Pablo Neruda
Ninguna guerra se pelea desplegando a los soldados para que intercambien disparos como mejor les parezca, mientras los generales esperan los resultados confiando en que el entrenamiento y el equipamiento de sus hombres son mejores que los del enemigo. Detrás de la guerra hay una planificación que en su caso empieza con los Momentos de Exposición.
No sólo las acciones militares utilizan planes, desde una acción policial pasando por una de rescate, todas tienen algo en común: se basan en la planificación como forma de maximizar las capacidades disponibles y reducir el azar: aquellas variables que no se controlan y que pueden voltearse en su contra.
Sin embargo, en contextos civiles, e incluso en algunos equipos de escoltas, la ausencia de planes de emergencia es la constante. Alarma encontrarse con la ingenuidad de muchas personas que confían únicamente en su arma y el entrenamiento, obviando algo tan poderoso como es la inteligencia y la capacidad de planificar.
Tenga un plan, aunque sea básico
¿Por qué es necesario tener un plan? Porque tenga por seguro que el enemigo si lo tendrá cuando se le acerque, es lo que llama Modus Operandi. Tener pensado y practicado cierto marco operativo le permite mantener la iniciativa y ser mucho más eficaz en la resolución del problema. No tener un plan es confiar en la suerte (configuración del azar a nuestro favor), y la suerte no es una estrategia.
Piense en todos los planes de emergencia que existen en una empresa para el desalojo de su personal y verá que el concepto no le es extraño. Ese plan fue diseñado siguiendo una serie de criterios: cuál es el objetivo, quién hace qué, por dónde se desalojará, bajo qué forma, dónde se reunirá la gente, quien llamará, etc. Si se pueden hacer para actos tan terribles como catástrofes naturales ¿Por qué no para escenarios de riesgo particulares en su día a día?
¿Es posible planificar lo que no se sabe cómo ni cuándo ocurrirá?
No, a menos que tenga habilidades de vidente. Es difícil planificar sobre eventos fortuitos, pero no así sobre momentos cotidianos que se repiten permanentemente, como llegar a su casa todas las noches.
En el curso La Mirada del Depredador enseñamos a los participantes a identificar sus momentos de mayor vulnerabilidad a lo largo de su día cotidiano, lo que llamamos Momentos de Exposición. Es decir, en qué momentos y lugares son más propensos a ser atracados y/o secuestrados a lo largo del día.
¿Por qué lo hacemos así? Tradicionalmente, la mayoría de las charlas y talleres sobre seguridad personal se diluyen en un mar de “tips” y consejos que terminan en una lista interminable y una sesión espantosamente aburrida. Generalmente a cargo de un especialista que cree que usted o yo no somos lo suficientemente inteligentes como para entender algo más complejo que 50 láminas de Power Point diciendo lo que debo y no debo hacer.
Es imposible que una persona sea capaz de planificar y gestionar su propia seguridad sin entender qué la expone, la sesión interminable de consejos de seguridad no la ayuda en términos prácticos. Nadie vive su vida en función de tips de seguridad y lo peor del caso es que seguramente usted ya se sabe la mayoría.
Momentos de Exposición
Identificar sus Momentos de Exposición es el primer paso de la planificación. Para una persona promedio, los Momentos de Exposición pueden ser algunos de los siguientes:
- Saliendo del estacionamiento del edificio en dirección al trabajo
- Un punto de ahogo con tráfico pesado
- Esperando en la parada de autobús
- Etc.
Momentos de Exposición recurrentes
No todo momento en que esté en la calle representa un Momento de Exposición, ni tampoco es posible tener un plan para cada ocasión en la vida. La característica común de esos momentos de riesgo que requieren planificación es que se presentan siempre a lo largo de la semana. Son momentos que forman parte de su rutina (abrir el estacionamiento de su casa, esperar la salida de los niños en el colegio, etc.) y por ende los eslabones más débiles en su cadena de acciones de seguridad.
Así pues, si va a pasar siempre por el mismo lugar a la misma hora, ya tiene un punto desde el cual comenzar a pensar qué diablos va a hacer en caso de que se cruce con algún delincuente. Sabe de antemano dos variables importantes: Dónde (configuración del terreno) y aproximadamente Cuándo. Falta el Cómo.
El abordaje del Momento de Exposición
El Cómo es la parte que requiere de más trabajo ya que deberá estudiar dos fuentes: 1) la información que tenga sobre modos de operar de la delincuencia en esa zona y 2) formas posible en que usted crea que vaya a suceder.
Generalmente los Momentos de Exposición no son tan variados ni tan complejos como para no anticipar en algo las posibles acciones de enemigo. Por ejemplo, si piensa que lo van a abordar metiendo la llave para abrir el portón del estacionamiento de su edificio, posiblemente sólo haya una o dos formas de hacerlo dependiendo del sitio.
Comenzando a diseñar el Plan: Cómo no meterse en problemas
Antes de comenzar a quemarse las neuronas armando un plan, pregúntese si es posible evitar ese Momento de Exposición en particular. Tal vez cambiando la rutina pueda evadir el peligro. Si no es posible, entonces le toca ponerse creativo.
La primera pregunta que debería hacerse es ¿Qué puede hacer para prevenir la situación? A veces puede ser bajar el perfil; minimizar el tiempo que pasamos en ese sitio; permanecer acompañado de manera de hacer desistir al delincuente; restringir el acceso al lugar; modificar el entorno en caso de ser posible; etc. Cualquier acción sensata que minimice su vulnerabilidad y/o atractivo como botín y que haga que ese sujeto camine hacia otro lado buscando una mejor opción.
Detectando el peligro
La segunda pregunta es fundamental: qué va a hacer para detectar y anticipar la acción del enemigo. Necesita darse cuenta de su presencia antes de que lo aborden, de manera que tenga tiempo para ejecutar su plan o adaptarlo a la situación. Mantener la iniciativa es la clave de cualquier plan de acción.
Aquí el desarrollo de hábitos de observación del entorno son fundamentales y van más allá del trillado “¡Manténgase Alerta!”, que todos dicen pero que nadie se toma la molestia de explicar cómo se logra en términos prácticos y sensatos.
El método
Observar el entorno es un método que debe aprenderse. De hecho hay dos maneras distintas de observar el entorno: una que usará a lo largo del día y la que empleará cuando entre a esos Momentos de Exposición.
La primera manera de observar el entorno la explicamos en nuestro entrenamiento de Consciencia Situacional, pero si le adelantaremos parte de la segunda para que no se moleste con nosotros y siga leyendo. Dentro del Momento de Exposición deberá haber identificado los posibles sitios dónde pueden venir los delincuentes o dónde pueden estar esperando. Esos sitios son los que revisará primero y se llaman Puntos de Interés (PI).
Por ejemplo, suponga que uno de sus Momentos de Exposición es cuando llegue a esperar el ascensor en la Planta Baja de su edificio y que en ese pasillo hay dos PI particularmente complicados: un punto ciego tras una columna y una puerta que da a la calle la cual los vecinos nunca cierran con llave. Al entrar al pasillo ¿Qué verá primero para confirmar la presencia o ausencia de amenazas? Pues el punto ciego y la dichosa puerta, ya que son los únicos dos puntos desde los que alguien puede estar asechando sin ser visto cuando apenas entramos a la zona.
Al revisar de forma general el área y luego focalizarse en los PI, será capaz de detectar la amenaza más rápido y por ende su tiempo de reacción será menor, ya que no satura su mecanismo de percepción con información irrelevante.
El plan de acción para el Momento de Exposición
Aquí entramos en el eje de lo que llamamos Manejo Táctico del Conflicto. El plan de acción debe contestar una pregunta fundamental: ¿Qué va a hacer si hay enemigos en la zona? Lo clave del plan de acción que diseñe es que debe tener un objetivo claro. No es correr a lo loco, gritar como desahuciado o emprenderla a tiros.
En el curso “Manejo Táctico del Conflicto: Enfrentamientos Armados” les explicamos a nuestros asistentes que entrar en una situación de peligro sin tener claro qué es lo que se pretende lograr significa arriesgarse innecesariamente. En esta sesión planteamos que al detectar la amenaza básicamente existen distintos objetivos que dictarán las acciones a tomar. Luego de varios años de investigación pudimos llevarlos a una lista reducida y manejable de cosas como huir del sitio o acabar con la amenaza, entre otros que se analizan durante la sesión.
El objetivo
El primer punto consiste en determinar qué es lo que quiere conseguir, no lo que le gustaría sino lo que sensatamente puede lograr dadas las circunstancias que presentaría ese Momento de Exposición. Por ejemplo, si uno de sus Momentos de Exposición es llegando a la casa en carro y nota a alguien oculto detrás de un árbol (PI de la zona), su objetivo es evidentemente huir del sitio antes de que lo aborden. Por consiguiente todas las acciones de su plan estarán enfocadas a hacerlo de la forma más rápida y segura.
El segundo punto es establecer cómo lo hará. Por ejemplo, si el plan es huir deberá resolver cosas como hacia dónde irá, a quién llamará, qué hará en caso de que esa vía de escape sea inaccesible, etc.
Ahora, su plan debe considerar algo importante: no necesariamente las cosas ocurrirán como espera ni le saldrán como quisiera o, en el peor de los casos, se vaya al traste y el objetivo cambie. Puede que al momento de retroceder un vehículo se pare atrás, se haya caído un árbol o se le acabó la gasolina (si, la mala suerte existe y por eso no se puede confiar en ella). Eso significa que deberá ser capaz de improvisar y su plan deberá ser lo suficientemente amplio como para poder adaptarse a la situación y asimilar rápidamente los cambios.
En resumen, un plan de acción coherente tiene cuatro virtudes: un objetivo claro, considera las variables que son más probables de aparecer, es flexible y es simple.
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