Historia de un enfrentamiento armado. Al salir del estacionamiento, Pedro notó a tres sujetos que lo miraban desde el otro lado de la calle a unos 15 metros de distancia, aceleró el paso con una sensación de incomodidad que pronto se transformó en alarma al darse cuenta de que el grupo cruzaba y se aproximaba. Para el momento en que la distancia entre él y los sujetos era de unos 5 metros, el corazón le latía fuerte ante la innegable realidad de que lo iban a robar.
Cinco metros parece una distancia muy cómoda para dispararle a una silueta en un polígono, pero en la calle a Pedro le parecía una cercanía demasiado peligrosa. Pensando desesperadamente qué hacer, perdió segundos que sus victimarios aprovecharon para triangularlo. Y lo que habían sido en principios 15 metros, quedaron reducidos a 90 centímetros de distancia entre él y el revólver del sujeto que lo abordó.
Para el momento en que le pidieron la cartera y el celular, Pedro se debatía entre la molestia por haberse dejado atrapar de esa forma y el pánico de que le descubrieran el arma. “Negocia, que se lleven todo pero no dejes que te registren”, fue su decisión.
Comenzó su papel de víctima colaboradora: entregó cartera, celular y lentes deseando que acabara pronto, rogando al azar que los sujetos se contentaran con el botín y lo dejaran en paz. Pero como todas las cosas que quedan al azar, a veces salen y a veces no.
El sujeto a su espalda dijo lo que no quería escuchar: “¿Estás armado?”. A Pedro se le vino el mundo abajo, no alcanzaba a decir palabra mientras su cerebro se esforzaba por encontrar una respuesta que impidiera que lo registraran. Pensó en mil cosas a la vez: que tenía que llevar detergente esa noche a la casa, que el sujeto a su derecha estaba demasiado cerca como para poder desenfundar cómodamente y que una vez le dijeron que los tiros del 38 como el que lo apuntaba duelen más que los de 9 que él tenía.
“Demasiado peligroso, no hagas nada”, pero no hacer nada significó que el sujeto frente a él le revisara la cintura, chillara que había descubierto el arma y le pidiera a su cómplice que lo matara. El pánico se transformó en desesperación y la desesperación lo llevó a actuar: agarró el arma del que tenía más cerca y trató de buscar la suya. Pero el de atrás fue más rápido y lo impactó dos veces en la espalda.
Del factor táctico al factor humano
Desde la comodidad de la computadora es muy fácil darse cuenta de las fallas de Pedro en el enfrentamiento armado; no conservar la transición en el código de colores (amarillo-naranja-rojo) y por lo tanto no reaccionar ante la amenaza inminente, pasando por la lista de errores tácticos como no tomar iniciativa (huir o desenfundar), confiar en el azar, hasta esperar que la situación empeorara para tratar de hacer algo.
Ese es el problema con las tácticas, en frio parecen muy obvias pero en caliente las cosas son distintas. Al igual que llevar un arma no es lo mismo que estar armado (condición mental de portar una), saber qué hacer no significa poder desempeñarse eficazmente.
Saber qué hacer no sólo se refiere a conocer la técnica, los pasos necesarios (tácticas) y tener disposición mental a hacerlos, la otra parte, quizás una de las más importantes, son los CUÁNDO del enfrentamiento armado.
El concepto de los Tiempos de Reacción
En su interesante artículo “How to Survive (Almost) Anything: 14 Survival Skills” publicado por National Geographic Adventure, Laurence González enumera las ventajas de la preparación mental de los supervivientes a situaciones de vida o muerte. Entre las que señala, nos habla de que la mayoría de las personas que han sobrevivido a situaciones de alto riesgo poseen la capacidad de desglosar un gran problema en pequeñas tareas que puedan ser solucionadas una a la vez.
El concepto se parece mucho a lo que hacen los operadores en acciones CQB (penetración en áreas confinadas) cuando dicen “tratar un problema táctico a la vez: una puerta, una esquina, una ventana” en vez de dejarse colapsar por la edificación entera.
A pesar de que la capacidad táctica de descomponer un problema y establecer prioridades para resolverlo es una destreza ampliamente conocida, es poco lo que se consigue sobre su aplicabilidad en modalidades defensivas del tiro que realmente ofrezcan un método de práctica cotidiana.
¿Qué significa esto?
El concepto de Tiempo de Reacción (TR) que desarrollamos en la Escuela de Protección Personal lo definimos como el momento en el cual se ejecutan acciones frente a una amenaza potencial que se transforma en cierta en el enfrentamiento armado. Básicamente, una situación presenta una serie de distintos “momentos” que van sucediendo y frente a los cuales se puede reaccionar de distintas maneras a fin de superar la situación.
En términos prácticos significa visualizar una situación de riesgo como una serie de etapas que se van a ir cumpliendo a lo largo del hecho. Cada etapa o momento tiene unas alternativas disponibles en función del objetivo general.
¿Qué ventajas tiene descomponer la situación en Tiempos de Reacción? Que permite identificar las distintas fases que cubre un hecho delictivo e ir reaccionando a ellas.
Piense por ejemplo en un atraco (robo a mano armada) que cumple con una serie de fases:
- Búsqueda de la víctima
- Identificación y observación de la víctima
- Aproximación
- Abordaje
Cada fase permite hacer distintas cosas para lidiar con él. Lo triste en muchos casos es que la víctima se percata de los atracadores en la última fase y de allí el comentario común de “salieron de la nada”. Sabemos que por lo general los delincuentes no se materializan – afortunadamente – y que no están en los árboles esperando para saltarle a su presa como hacen las garrapatas.
Partiendo de que la mayor parte del tiempo mantiene conciencia de su entorno, tener la capacidad de identificar al delincuente y las fases que debe quemar le permite comprender los tiempos de reacción o, lo que es lo mismo, cómo reaccionar a cada una de las etapas que se van cumpliendo.
Básicamente los Tiempos de Reacción (momentos para actuar) se vinculan a las fases del atraco:
Búsqueda de la Víctima (Primer Tiempo de Reacción): momento en que los delincuentes buscan una presa en nuestro entorno.
Identificación y observación de la víctima (Segundo Tiempo de Reacción): momento en que nos seleccionan como blanco.
Aproximación (Tercer Tiempo de Reacción): Momento de aproximación de los delincuentes hacia nosotros.
Abordaje (Cuarto Tiempo de Reacción): momento del abordaje
Estas son etapas previas o de precontacto, posteriormente seguirían las fases del conflicto (interacción verbal y/o física con los sujetos): preconflicto, conflicto, punto de no retorno (Quinto Tiempo de Reacción), prenfrentamiento, crisis y postcrisis.
Los Tiempos de Reacción y el Código de Colores
La primera vez que escuchan este concepto, muchas personas lo relacionan con el Código de Colores de Cooper. Sin embargo, son ideas distintas que se engranan de la siguiente forma:
Condición Amarilla: Estado de alerta relajada y conciencia del entorno. Permite identificar si hay delincuentes en la fase de Búsqueda. Sería el Tiempo Cero de Reacción (no hay nada frente a lo cual reaccionar si no hay sujetos peligrosos en el entorno).
Condición Naranja: Se identifica a presuntos delincuentes en Fase de Búsqueda y se centra la atención en ellos para confirmar su intención. Si hay suficientes indicios que indiquen peligrosidad, entramos en el Primer Momento de Reacción del el enfrentamiento armado.
Condición Roja: modo de defensa – a veces también de huída – ante la amenaza confirmada. En este caso puede ser el hecho de que nos observan (Fase de Observación). Se entra en el Segundo Tiempo de Reacción.
La Condición Roja se mantiene en la Fase de Aproximación (Tercer Tiempo de Reacción), Abordaje (Cuarto Tiempo de Reacción) y Punto de No Retorno en la interacción (Quinto Tiempo de Reacción).
OK, estoy en Condición Roja ¿Y ahora qué hago?
Si leyó detenidamente, notará que cuatro de los cinco tiempos están dentro de la Condición Roja y que comienzan con la fase de búsqueda que cumple el delincuente. Esto lo hacemos por una premisa básica:
Muchas personas creen que el enfrentamiento armado comienza cuando son abordadas, otras posponen la toma de acciones hasta un último momento en el cual el riesgo es evidentemente obvio, en ambos casos dejan la iniciativa en manos del delincuente permitiéndoles cerrar la trampa. Tristemente, muchos tratan de hacer algo en el momento cuando las probabilidades de éxito son mínimas (Cuarto y Quinto Tiempo).
La moraleja:
Si lo están mirando, entonces el blanco es usted y eso significa que está metido en un problema quiéralo o no. Mientras más temprano lo asuma y lo resuelva (entrar en Condición Roja), mucho mejor.
Estructurarse en función de tiempos de reacción permite dar el salto de la Condición Naranja a la Roja de manera más fluida, lidiando mejor con los ciclos de sorpresa y negación característicos de estas situaciones.
Sin embargo, hasta el momento lo único que hemos hecho es establecer un estado de alerta e identificar las distintas fases del problema, queda ahora establecer qué hacer en cada Tiempo. Los “qué hacer” en el enfrentamiento armado son procedimientos operativos que llamamos Esquemas Tácticos, planes de acción con líneas maestras de cosas que se pueden hacer en cada Tiempo de Reacción.
Sobre esto, en una próxima entrega…